martes, 29 de junio de 2010

El deterioro de los suelos y los procesos de desertificación


La formación del suelo es un proceso muy largo, por eso es importante poder usarlo sin destruirlo. Las actividades agropecuarias pueden desarrollarse mediante un uso sustentable del suelo y así este puede considerarse un recurso renovable, que podrá seguir explotándose siempre. Sin embargo, si se usa en forma intensiva puede deteriorarse y tornarse improductivo; cuando esto ocurre es muy difícil, y en ocaciones imposible, su recuperación.

El sobrepastoreo, la deforestación y la falta de rotación de los cultivos son las actividades principales que generan el deterioro del suelo. Otras actividades, como la minería, la instalación de los sistemas de regadío y la construcción de caminos y centros urbanos, también pueden llevar al deterioro del suelo.

Una vez que el suelo está deteriorado; el crecimiento de la vegetación empieza a ser dificultoso. El suelo con escasa o nula cubierta vegetal queda expuesto a la erosión hídrica y eolica: al no existir raíces que lo sujeten, el suelo se torna más frágil y las capas superiores son llevadas fácilmente por el viento y el agua. De esta manera se profundiza aún más el deterioro y se provoca un proceso de desertificación. Esto significa que un ambiente que tenía vegetación se vuelve desértico. Si bien esto puede ocurrir por causas naturales en climas áridos y semiáridos, las actividades humanas pueden originarlo o acelerarlo.

La desertificación se produce en la Patagonia extraandina argentina, donde existen sobrepastoreo ovino y una erosión eólica importante. También los suelos de la selva misionera corren riesgo de desertificación, como consecuencia del desmonte y la posterior erosión hídrica provocada por las lluvias torrenciales sobre los suelos sin vegetación.

Un proceso similar al de la Patagonia argentina ocurre en la región de El Sahel, que bordea el desierto del Sahara en el límite sur. En esta región, el clima es semiárido con presencia de vegetación arbustiva. Estas condiciones, sumadas al pisoteo permanente de los rebaños y la pérdida de la cobertura vegetal por el sobrepastoreo, empobrecen aún más el suelo y agraban el proceso natural.

El exceso de riego y la falta de drenaje pueden convertir zonas agrícolas productivas en desiertos sabinos; esto ocurre en áreas de climas áridos debido a que, al evaporase el agua, las sales que estas tienen se acumulan en el suelo. Es lo que sucede, por ejemplo, en algunas zonas de Egipto, Irán y la India.

Si bien son conocidas las formas de uso del suelo para evitar la desertificación, como la rotación de cultivos, el manejo ordenado del ganado, la reforestación y el uso de maquinarias especiales, no siempre se pueden aplicar. En las regiones donde los productores viven en condiciones de pobreza, la utilización de estas técnicas implica obtener menor cantidad de producción o escasas ganancias a corto plazo. La prioridad de estos productores es satisfacer sus necesidades básicas en el presente y no pueden enfrentar estas condiciones

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